Sí, aquella noche, entre el humo y las copas de más ni siquiera distinguía si el estampado del vestido eran lunares o corazones. La bella, la inalcanzable. Pelo largo, vestido corto.
-
Estás muy
guapa esta noche.
-
¿De
verdad?
-
Si, pero
no es nada nuevo, siempre lo estás. – Beso. Tierno. Lento. Fugaz.
Cada sábado, mismo lugar, misma hora. Ni siquiera se como se llama pero sus labios rojos palpitan incluso a esta distancia.
Me acerco al sofá, bailoteo y:
-
Aquí lo
tienes.
-
Gracias –
me besa en la mejilla. Bebe, y deja un poco de carmín en el vaso.
-
¿Me
concedes esta? – Sonríe.
-
¿Me
concedes esta? – Sonríe.
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